sábado, 6 de diciembre de 2008

Crítica de "Circe" en "La Tribuna de Talavera"

TEATRO
UNA ODISEA INTERIOR
La Escuela de Teatro ‘Joaquín Benito de Lucas’ se atrevió el jueves con un montaje complicado del capítulo ‘Circe’ del Ulises de Joyce • El espectacular trabajo actoral y la calidad técnica salvaron la dificultad del texto.
A. CAMACHO

Dicen que si Dublín fuera destruida no costaría mucho reconstruirla gracias a las páginas de la novela del ‘Ulises’ de Joyce. No sucedió lo mismo el jueves en el teatro Victoria cuando siete alumnos del laboratorio de actores de la Escuela de Teatro y Cine ‘Joaquín Benito de Lucas’ asumieron cientos de personajes en la apuesta teatral del episodio ‘Circe’ del autor dublinés.

Un montaje coral con muchas complicaciones para el público talaverano y para los propios actores que se enfrentaron desde que se abrió el telón a un texto fiel al original, tanto que algunas expresiones eran en inglés. Una adaptación de Antonio San Miguel con muchos guiños a un teatro experimental, del que ya ha dado muestra en otras ocasiones.

Vicente Basilio -Leopold Bloom- fue el único que no compartió su pericia de actor entre tanto personaje, algo que sí hicieron sin embargo María Salas, María Jesús Blázquez, María Teresa Frontelo, Esther Garvín e incluso Eduardo Moreno que interpretaba al joven Stephen Dedalus, entre otros muchos. Un trabajo actoral extraordinario para estos alumnos de la Escuela de Teatro que no pararon ni un momento sobre el escenario del Victoria, ya que fueron ellos mismos los que además de interpretar se encargaron de ir creando distintos ambientes con una serie de palés de madera. Una escenografía muy sencilla de Antonio Olmos y el propio San Miguel.

Vicente y Eduardo, cuyos personajes son los alter ego del autor, se adentraron en un principio en el barrio de la prostitución de Dublín. Desde ese momento la acción tomó un ritmo imparable que no dio ni un minuto de tregua al público para asumir cada cara con un personaje, tan sólo el Bloom de Vicente Basilio y el del trompetista, José Luis, profesor de la Escuela de Música, que aparecía como un espectador más a excepción de sus intervenciones musicales, como la canción de la película ‘Casablanca’. Muy complejo entender de dónde venía la historia por la superposición de distintos planos: el de la realidad, el del pensamiento y el monólogo interior de los personajes, en este caso el sentimiento de culpa que arrastra la conciencia. Expresar los pensamientos del personaje sin una secuencia lógica, como ocurre en el pensamiento real. Ésta era la idea que consiguió San Miguel utilizando una calidad técnica que será difícil de superar en esta quinta edición de la Muestra de Grupos Talaveranos. Prueba de esta cuidada técnica también fue la utilización de recursos como una especie de espejo, para colocar a los personajes frente al público en distinto plano, como en una frontalidad inventada.

el encanto de la culpa. Precisamente la parte más interesante de este montaje laberíntico, raro pero original; fue la que hizo referencia a ese sentimiento de culpa, escenificado en una especie de juicio público, en el que una serie de personajes acusan a Bloom de meterle mano o de mandar cartas de amor. La obscenidad y la provocación siempre estuvieron presentes.

A la culpa acompañó también la alucinación del personaje que se representó sobre el escenario en una especie de cuarto de baño público, algo que despertó la risa del público al ver la bajada de pantalones de Vicente Basilio. En este plano se escenificó el deseo del personaje de ser alcalde, incluso el rey del mundo, «¡Dios salve a Leopold I!», exclamaron entre risas los demás personajes en una especie de escena esperpéntica. Toda una odisea contemporánea.



(Texto y foto extraído de http://www.diariolatribuna.com/Talavera/secciones.cfm?secc=Vivir&id=671688 del 6 de diciembre de 2008).

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